13- HISTORIA DE KANASHIMI Y MOYASHITE

2 PARTE

ALGUNO CONSEJO PARA ESTAR MAS SEGURO EN LA VIDA

A MI EX MUJER LUCERO, CUANDO AUN NOS AMABAMOS :

               Espero que al comenzar a leer esta carta, no sientas estupor por ella, pues no es una carta de amor, sinó de descripción del mismo, ya que habiendo en el mundo tantas personas con destinos errantes que padecen desdicha, imagino, han de conservar la esperanza de alcanzar alguna vez, la felicidad.

               Pero, ¿En qué reside la felicidad?, ¿Existe realmente la felicidad de amar?. Diariamente se constata la extravagante andanada de docencia que sobre el amor, nos indilgan  los medios de comunicación. ¡Y de que manera tan indigna y errónea! Se confunde amor con unión sexual; enamoramiento con aproximación física; belleza femenina con exhibición corporal. Todo induce a una confusión total de aquello tan consagrado que tiene el ser humano y que denominamos amor.

                 Julián Marías, en su novísimo libro sobre “La felicidad Humana”, dice: “Quiero decir que hay ciertas cuestiones que se rehuyen sistemáticamente y que resultan ser algunas de las más importantes. Hace años tuve una sorpresa cuando advertí que una extensa y excelente enciclopedia británica no ofrecían el artículo amor”

               Yo por mi parte, quisiera demostrar que es viable la felicidad de amar como la civilización del amor, siempre y cuando se cumplan algunas condiciones esenciales, cuyo contenido trataré de explicarte a continuación.

               En esta entrega Lucero es algo distinta que la primera,  procuro hablarte del amor humano, detallaré a la luz de ciertos psicólogos o psiquiatras que encontré en la biblioteca de la universidad los cuales he tomado como guías, en qué consiste el amor, tanto fraternal como conyugal. Además, cuáles son los requisitos para que éstos generen una satisfacción profunda como consecuencia de ese amor.

               Yo creo que ese amor solo puede ser descrito, no definido: se lee en la Enciclopedia teológica dirigida por Karl Rahner, una frase que dice: “El amor entra en el misterio absoluto que es Dios y, consiguientemente, se hace incomprensible para nosotros”.

               No obstante, veo lo que enseñó un gran maestro. “Los elementos constitutivos del amor, según Santo Tomás de Aquino, son la concupiscencia y la benevolencia. La primera designa fundamentalmente la atracción hacia un bien ausente, en el que su término es el bien deseado. El amor de benevolencia, inicialmente un acto de la voluntad, con el que deseamos un bien a alguien. El objeto inmediato de nuestra voluntad, no es el bien en sí, sino la persona capaz de poseerlo.

               Completando a Santo Tomás, Rahner, añade que: “eros”, que en griego es el amor concupiscente, trata de atraer al ser amado, como un factor de su propia dicha; en contraste con ello, el “ágape” (en el sentido bíblico), sería el amor de Dios, que se inclina a lo pequeño o pecador, a lo carente de valor, el amor que regala sin recibir.

               Dada la importancia de ambos términos, haré su descripción comparativa:

               Amor de concupiscencia (del latín, concupiscente: desear ardientemente).
. Es desear un bien para sí. Es egoísta, interesado.
. Su fuerza en centrípeta.
. Su objetivo, su fin es el objeto deseado.
. No es bueno o malo en sí.
. Corresponde al eros griego: amor sensual.

               Amor de benevolencia (del latín, bene bien y belle): querer, desear:
. Inicialmente es un acto de la voluntad.
. Es desear un bien a alguien. Es altruista, generoso, desinterado.
. Su fuerza en centrífuga.
. Su objetivo es el bien de alguien.
. Es siempre bueno.
. Corresponde al ágape griego: amor al prójimo. Es dar, sin esperar nada a cambio.

               Comparando entonces ambos tipos de amor, debo concluir que llamar amor al erótico como generalmente sucede, es prostituír al verdadero amor. Es profanarlo, degradarlo. Creo que puede ser un complemento del amor pero nunca su sustancia.

               De ahí, también que al oír a alguien decir a otra persona: te quiero mucho, debemos pensar que significa: Si, te deseo para mí? O, te deseo todo bien? ¿Cuál de los dos es el verdadero amor? La conclusión es clara.

               O sea, que en su acepción más genérica, usamos el término “amor”, como un acto inicialmente de la voluntad, de entrega, sin esperar nada a cambio. Es el grano de trigo que debe morir. Sin embargo, sabemos que, hundido el grano en la tierra, éste germina y produce fruto. Es decir, que generalmente esa entrega y ese afecto producen un retorno, pero no necesariamente buscado. La felicidad que propugno es esa. Que no está como objetivo primario, pero que a la vuelta del sacrificio, se halla fuerte, inconmovible, diferente a la alegría fácil del “eros”.

               Este tipo de amor, creo, es el que genera la felicidad adulta. Ahora bien, para profundizar en este tipo de amor, he elegido principalmente a dos autores que encontré, (Erich Fromn y Viktor Frank) justamente, hablan de él en el sentido indicado más arriba. Porque no obstante sacrificio, de paradójico, es ese el amor fecundo, cuyo rumbo es el que más nos acerca a las playas del puerto denominado “Felicidad”.

               Basta con leer los periódicos de cada día para percatarnos cuánto lejos está el mundo de la práctica del amor. Guerras, crímenes, secuestros, robos, hambre, mentiras, injusticias. El egoísmo predomina sobre el amor y aquí en mi país es donde me doy más cuenta.

               Dice Fromn, “La vivencia de separatidad provoca angustia... La necesidad más profunda del hombre es, entonces, la de superar esa separatidad... El fracaso absoluto en el logro de tal finalidad significa la locura”.

               Una fuerza imperiosa nos hace buscar la compañía. No obstante, para abandonar el aislamiento, para tener amistades, para encontrar la satisfacción del amor y, consiguientemente, alejarnos de la neurosis, de la angustia, de la soledad, es fundamental comprender la verdadera naturaleza del amor. Nos confundimos acerca de su significado e implicancia. De ahí que lo encontremos o lo profanemos con la desilusión consiguiente.

               Al decir amor, pensamos  generalmente en seres queridos, en recibir la consecuencia, sin pensar en el antecedente que es entrega y generosidad. Amar significa dar el salto del egoísmo hacia los demás. Es ir del yo al nosotros. Creo por eso que el amor completo se realiza por dos caminos uno con el tiempo y el otro con los hechos, hasta entonces vivimos de la ilusión que nos crean los sentimientos.

               Precisamente es lo que preconiza Fromn, refiriéndose al amor adulto al decir, “Uno solo es amado, si realmente puede amar”. No es ser atractivos, sino tener capacidad de darse. El lograr ser amado, no se da en forma pasiva sino activa; “creo que el amor genuino es una expresión de productividad e implica cuidado, respeto, responsabilidad y conocimiento. No es un afecto en el sentido de ser afectado por alguien, sino un activo esfuerzo por el crecimiento y la felicidad de la persona amada, arraigado en la propia capacidad amatoria de uno.

               No hay prueba más convincente de que el mandamiento, Ama a tu prójimo como a ti mismo, es la norma de vida más importante, y que su violación es la causa básica de desdicha y enfermedad mental.

               Por último, en “El arte de amar”, Fromn, define en que consiste la forma activa del amor: “Podría describirse el carácter activo del amor afirmando que amar es fundamentalmente dar y no recibir.

               Evidentemente, trasciende el aspecto exclusivo del amor conyugal, es amplio, desinteresado. Significa bondad, algo más que justicia. Es solidaridad, es comprensión, es generosidad, es ponernos en el lugar de nuestro prójimo, es disponibilidad, es paciencia, es cooperación.

               Ahora bien Lucero yo creo que para ser solidarios, no hace falta ser ricos, pues no hace falta poseer bienes para distribuirlos, ni dinero aunque en ocasiones sea necesaria esta actitud y esta acción. Se pretende fundamentalmente, ofrecer aquellos atributos que cada uno tiene. Podrá ser nuestro tiempo, o nuestra amabilidad, o nuestra sonrisa, o nuestra atención, o aquellos favores que uno esté en condiciones de ofrecer. Habrá quien pueda ofrecer algo de su profesión o de sus cualidades. Otros podrán brindar su don de consejo o de prudencia. Por último, habrá quienes puedan dedicar su vinculación para satisfacer la necesidad requerida. Cada cual puede dar algo de ese arsenal personal para realizar el darse. Esa actitud fundamental no es difícil. Requiere, eso sí, generosidad, valentía interior y voluntad siiii mucha  voluntad dada la distancia que nos separa.

 

               Sabes a través de unos pocos estudios, se puede observar como la naturaleza es un modelo extraordinario de entrega y solícita colaboración. Un elemento ayuda a otro: los seres humanos no podríamos hacer nada sin la inestimable cooperación de la naturaleza. Así no podríamos conversar por teléfono sin la intervención eficaz del sonido, la electricidad y magnetismo, pudiendo citar otros muchos ejemplos, que para enumerar el último, repararé en que en la vida de los pájaros, animales y plantas, hay un interminable canto de cooperación mutua, que hace perdurar la vida de cada una de esas especies.

               El único que sale de esta maravillosa armonía, es el hombre, que constantemente contraviene las leyes de la naturaleza. De ahí la contaminación, la pérdida de los recursos naturales, la merma continua de belleza en las maravillas que se nos dan, por la nefasta intervención de seres racionales egoístas.La vida natural en los reinos animal, vegetal y mineral nos demuestra a los seres humanos que todos dependemos de todos.

               He expresado brevemente, como la naturaleza creada nos demuestra claramente que sin cooperación, la vida se extinguiría. Por lo que ahora trataré de desarrollar otra clase de amor específico: el amor conyugal.

               Creo que no es algo que uno encuentre por casualidad, no es hallar a alguien por quien uno queda prendado al instante; se rompen las barreras, se acercan, viven juntos y así, sin más, el éxito estaría asegurado.  Tampoco se basa en la cualidad que cada uno exhiba. De ahí que, ni la atracción física en las mujeres, ni el éxito o el poder en el varón, sean las cualidades específicas para generar el amor. Estos dones pueden ayudar, pero no necesariamente son la premisa del amor.

               No es tampoco el enamoramiento el que asegura la permanencia del amor. Ahí está el error de muchas parejas, y el mío también, cuyo amor está basado en ese primer deslumbramiento. Ya que al no estar nutrido por el conocimiento y el esfuerzo - condiciones esenciales del verdadero amor - ese fuego va desapareciendo como el hogar al que no se le adiciona leña. Llega un momento en que solo quedan brazas y luego cenizas. Se acaba. “La experiencia explosiva de enamorarse, el súbito derrumbe de las barreras que existían hasta ese momento entre dos desconocidos es, por su misma naturaleza, de corta duración.

               Esto mismo es lo que afirma Frank. Nos fijamos más bien en lo que la otra persona tiene. No vamos a su esencia, porque no abarcamos a su totalidad, a su espíritu propiamente dicho, “eso” que “tiene”, o va decayendo en la otra persona o va desapareciendo nuestro interés en ello.

               Por mi experiencia própia creo que el amor conyugal se basa en el conocimiento primero y, adosado a él, el esfuerzo. Se trata de un edificio construido trabajosa y pacientemente entre dos personas que coinciden, primero en la ideología de fondo; que tengan afinidades culturales y sociales; que sientan simpatía externa; pero fundamentalmente, se necesita una actitud que ha de primar durante toda la vida. “Amar -dice Fromn-, es dar, no recibir.

               Yo diría mejor darse, porque la actitud primordial de que hablo, es de entrega a la otra persona. Ahora bien, en la medida que uno de los dos se salga de esa norma, la relación se debilitará en forma paralela. Darse es participar al otro de nuestro ser, de nuestra riqueza, de nuestros sueños, de nuestras ideologías, en fin, es amarlo como a nosotros mismos. No es entregar dinero o joyas. Es entregarse. De ahí que falle el cónyuge que crea arreglarlo todo con prevendas.

               Como también se equivocan los padres que pretenden solucionar las faltas de dedicación a sus hijos con juguetes, o viajes, o materialidades.

               Por eso creo que el matrimonio debiera ser una continua rivalidad en el darse mutuamente. No obstante, esta actitud, esta oblación de sí mismo, no ha de ser con el fin de recibir. En esto ha de basarse el crecimiento del amor, junto con un mayor conocimiento. Ambos, sumados al sacrificio compartido, son los que harán el vínculo cada vez más fuerte y duradero. Este darse no empobrece, sino enriquece, pues no es rico el que mucho tiene sino el que mucho da.

               Por otra parte, ¿no es esto lo que se premia? ¿A quién aborrece más la gente? Al egoísta. Y bajo otro aspecto: ¿no es acaso al generoso al que más se enaltece o se quiere?Ya podemos sacar una conclusión que condice con una afirmación de Erich Fromn en su libro “El arte de amar”, pág. 47; “El amor infantil sigue el principio; amo porque me aman. El amor maduro, obedece al principio: me aman porque amo.

               El amor entonces, no es algo caído del cielo, sino algo activo que ha de conquistarse, que nos ha dado Dios, que ha de merecerse. Depende, claro está, de los fundamentos que hayamos puesto en esa relación, de las afinidades que hayamos encontrado. Pero sobre todo, de la actitud de ambos en darse y de la mutua voluntad de entregarse.
El amor, creo, debiera ser también un acto de la voluntad, de la decisión de dedicar toda nuestra vida a la otra persona.

               El escritor y pensador Frankl, en la pág. 186 de su libro “Psicoanálisis y existencialismo”, habla acerca de tres actitudes acerca del amor, de acuerdo a los tres estratos que constituyen la persona humana, y que son: lo físico, lo psíquico y lo espiritual. Creo que es preciso aclarar estos tres términos. Dicho autor llama físico a lo material, a lo material propiamente dicho que constituye nuestro cuerpo. Lo psíquico está conformado por todas las cualidades internas que “tiene” la persona: su inteligencia, su modo de ser, de actuar, su simpatía, su perspicacia, etc. Y por último, lo espiritual, eso por el cual uno es lo que “es”. Un doble o un hermano gemelo, podría tener las mismas cualidades físicas e incluso las psíquicas, pero no las espirituales, que son únicas e irrepetibles. Lo psicofísico, constituye la existencia de la persona y lo espiritual, su esencia, aquello por lo cual alguien es lo que “es”.     

               De acuerdo entonces a las tres faces constitutivas de la persona humana, existen, según Frankl-, tres actitudes diferentes frente al amor.

1 Actitud sexual
. Proviene solo de lo corporal.
. Produce placer físico.

2 Actitud erótica
. Proviene del enamoramiento.
. Por algo que la persona amada tiene, sin evaluar a la persona total.
. Produce alegría momentánea.

3 Actitud de amor
. Proviene solo de lo espiritual.
. Por lo que la persona amada es; evaluando a la persona total.
. Produce verdadera dicha. 

               Por consiguiente, se puede apreciar que en el matrimonio o en la pareja, según los casos, se pueden dar las tres actitudes, otorgando a los esposos, placer físico, alegría y dicha al mismo tiempo. Por otra parte, tomada cada una de la esas tres actitudes separadamente, es obvio que la primera se da con las prostitutas; la segunda, en los jóvenes, inicialmente en el
noviazgo, y después en el matrimonio.

               Pero si continuaran esas dos actitudes - y solo ésas dos - en el matrimonio o en la pareja, sin incluir la tercera, su resultado sería de prever. Lo que la persona tiene, es algo momentáneo que habrá de desaparecer y con ella la estabilidad de esa unión. Que es, lamentablemente, lo que vemos con frecuencia para desgracia del matrimonio y de los hijos.

               Conforme a todo lo dicho hasta aquí, el amor no es algo que resulta por azar. Requiere conocimiento y entrega. Ambos deben ir creciendo con el tiempo. Así, dentro de esos parámetros, las naturales desavenencias, desencuentros, divergencias de puntos de vista, o problemas que habrán de surgir, tendrán una solución adecuada.

               Trataré ahora de analizar, cómo se ha de construir esta obra de verdadero amor.

               El proceso de selección, es el más importante eslabón de esta cadena tan preciada.

               Junto con la elección hecha con inteligencia, debe haber una intervención intuitiva del corazón, o inmediatamente después de la anterior. Pero de una u otra forma el corazón debe estar comprometido en este primer estadio. “Para amar, dice - Asley Montagu - se ha de estar implicado emocionalmente con el amado: el amor no emocional, sea lo que fuere, estoy seguro de ello, no es amor. Puedo afirmar con claridad, que estas son las faces por las cuales va pasando el amor para que vaya creciendo y madurando; primera, enamorarse de una persona, que es entrar en el amor; segunda, elegirla... pero siempre fundándose en el estado anterior del enamoramiento. No obstante lo dicho, el enamoramiento no es sinónimo del amor total. Se tiene la creencia, dice “Fromn” de que el enamorarse es la culminación del amor, cuando en realidad es el comienzo y solamente una oportunidad para lograr el amor.

               Lo que sigue, es una pintura de lo ideal, sabiendo que la realidad nos mostrará algunas diferencias con este matiz.

               Se ha de tender a coincidir totalmente en la ideología, es decir, en el encare de los problemas fundamentales, tales como: Creencias, moral, prácticas religiosas, escala de valores, objetivos, etc. Se pretende que haya una coincidencia total acerca del sentido de la vida, de la muerte, del dolor, del mas allá. Debería existir una comunidad total de fines y medios en lo que concierne a los principios. No puede haber discrepancias “a priori “ en todo lo que atañe a estos aspectos mencionados, que llamamos sustanciales. La falencia de esa coincidencia lleva implícita una multitud de problemas potenciales que es necesario evitar en ese sentido.

               Ha de procurarse, - y este no es absolutamente sustancial -, en segundo lugar, una nivelación dentro de lo posible, tanto en lo cultural como en lo social, y en general en los aspectos prácticos de la vida.

               Todas estas convergencias, han de llevar a una perspectiva común de valores o enfoques que han de resultar siempre a través del conocimiento mutuo y entrega, en un común sentimiento, que ha de ir acrecentándose con el correr de los años. Es este sentimiento el paso previo al verdadero amor.

               El amor comienza, -dice: Sullivan H. S. en la página 93 del libro, El arte de amar, citado por Fromn, cuando una persona siente que las necesidades de otra, son tan importantes como las propias, o como le dice Frankl, -en Psicoanálisis y existencialismo, pág. 185-, “el amor es exactamente, la vivencia de otro ser humano, en todo lo que su vida tiene de particular y singular”.

               Pienso que es imposible mantener esta comunión en el tiempo sin estas premisas que he enunciado. Como consecuencia, entonces, el verdadero amor, es su perpetuidad, que sobrevive a la enfermedad y a las desgracias, porque se ama, no por lo que tiene la otra persona, sino por lo que “Es”. Pueden desaparecer acaso, las cualidades físicas como psíquicas, ya sea por una enfermedad física o mental. Estoy segura que el verdadero amor, debe trascender esas barreras y también a la muerte.

               Asimismo, quiero puntualizar algo referente al papel de lo sexual dentro del amor.

               En el amor matrimonial, lo sexual -dice Frankl- no es un factor primario, un fin, sino su medio de expresión. Aquí creo que está perfectamente explicado el significado del acto sexual. Es un gesto corporal, fruto de algo espiritual: EL AMOR. De ahí su dignidad e importancia.

 

               Por otra parte el flirteo viene a ser como una variante mezquina del amor. Porque es poder tener a una mujer, sin necesidad de amarla. Es en realidad, una actitud de Don Juan, que no hace más que demostrar que no sabe o no puede amar. “Reconocerá -dice Fromn- son expresiones de su miedo hacia el amor, de su incapacidad de amar a alguien y de tener una relación íntima y responsable”.

               Alguna vez, alguien ha preguntado, ¿el amor es una arte?. El ganarás el pan con el sudor de tu frente, tiene aquí toda su aplicación. Requiere aprendizaje, exige conocimiento y reclama práctica: Experimentar lo agradable que es hacer algo en favor de los demás.

               El hombre sano, sin duda es integrado y colaborador, y feliz si se entrega a los demás, según lo expresa tan bellamente R. Tagore. “Yo dormía y soñaba que la vida era alegría, desperté y vi que la vida era servicio, serví y comprobé que el servicio era la alegría”.

 

                
Espero no haberte aburrido demasiado, solo deseaba compartir contigo esto.
Agradezco enormemente que sin  tu ayuda no podría haber escrito estas palabras sobre el amor ya que tu formas parte de ellas y me enseñaste a ver gran parte del significado que yo entiendo hoy en dia en su totalidad.

 

 

 

 

 

 

 

                                                                  Adam, BARCELONA, 6 de Abril de 2001.